Sobre los dichos de Luis Lacalle Pou y su peligrosa afirmación
Por ALFREDO ASTI
¿Es apropiada la trascendencia que desde los medios de comunicación se le dio a las declaraciones de Luis Lacalle Pou sobre alternancia en el gobierno o dictadura?
Definitivamente creemos que tales declaraciones por parte de un candidato a la Presidencia de la República, no pueden quedar en la anécdota.
El candidato por el Partido Nacional, al expresar esa oposición, está cometiendo un tremendo error conceptual o está desnudando una peligrosa convicción antidemocrática. La frase de Lacalle Pou que afirma que, si no se da la alternancia entre Partidos, la continuidad se transforma en Dictadura, es algo que consideramos sumamente grave e impropio por parte de alguien que pretende ser Jefe de Estado.
Lacalle plantea esa disyuntiva sin tener en cuenta que la alternancia o continuidad en nuestro país sólo la decide libremente con sus votos la mayoría de la ciudadanía y si la mayoría de la ciudadanía optara por la continuidad de un proyecto, la alternancia sólo se la podría dar una ruptura institucional o un Golpe de Estado.
Cabe recordar que por largos períodos históricos la continuidad de un mismo partido hegemónico fue la opción más común en Uruguay. Casi un siglo, desde 1865 a 1958, fue caracterizado por Gobiernos electos del Partido Colorado, solo interrumpidos por un Golpe de Estado promovido por un Presidente electo por ese propio partido.
Sin remontarnos tan atrás en el tiempo, desde 1966 a 1989, también los gobiernos surgidos de elecciones, fueron del Partido Colorado y también, interrumpidos por otro Golpe Cívico Militar, encabezado por el Presidente Bordaberry, con apoyo de civiles de filas del Herrerismo y de filas coloradas no batllistas, empresarios y militares. Dentro de esa Dictadura se dio alternancia y Bordaberry, 3 años después, fue sustituido por otro Presidente de facto del Partido Nacional, Aparicio Méndez, y al final, por un oficial retirado, Gregorio Álvarez, conocido por “El Goyo Álvarez”.
Restaurada la Democracia, y con un sistema político que sustituyó el clásico bipartidismo, por 3 partidos fuertes y otros partidos menores, hubo sí alternancia en el gobierno entre 1984 y 2004, con 3 Gobiernos Colorados (que gobernó en coaliciones temporarias con el Partido Nacional) y un Gobierno del Partido Nacional, también apoyado por su tradicional rival, el Partido Colorado.
En este período, el tercer partido desafiante pasó a ser el Frente Amplio, que sigue creciendo y se transforma en la mayor fuerza política y a partir de la elección de 2004, en fuerza hegemónica con 3 triunfos electorales consecutivos que le otorgan mayoría absoluta. Período en el que Uruguay se ha convertido en una de las únicas 20 democracias plenas a nivel mundial y con altos índices de libertades individuales, civiles y políticas reconocidas por diferentes índices internacionales.
Pero volvamos al razonamiento de Lacalle Pou, de la dicotomía entre la necesidad de alternancia o Dictadura. Como decíamos, en la historia de nuestro país la regla fue que los Golpes de Estado del Siglo XX fueron dados por los propios Presidentes en ejercicio y no hubo alternancia y sí hubo Dictadura. Rompieron el orden constitucional con el apoyo de los sectores herreritas y continuaron en el poder para imponer proyectos represivos, regresivos y reaccionarios, que eran imposibles dentro del juego de las reglas democráticas de apoyos legislativos.
Nos preguntamos si como herrerista, quizá Lacalle Pou siga la tradición de ese sector que apoyó a Presidentes golpistas del Partido Colorado o quizá sigue los pasos de su padre, fervoroso admirador de Francisco Franco, militar y dictador español que con el apoyo fascista dio un golpe de Estado en 1936 y terminó con la República Española.
En el marco de una campaña electoral donde la oposición se une con el único afán de sacar al Frente Amplio del Gobierno, sin un programa común, es sintomático y peligroso que uno de los líderes opositores que pretende ser jefe de Estado ponga en duda el carácter profundamente democrático de un eventual voto mayoritario en apoyo al partido de gobierno.
Hay que ser muy cuidadoso con ese tipo de expresiones, se corre el peligro de una interpretación mediante la cual se estaría reclamando que desde fuera del funcionamiento democrático se interviniera para violar la Constitución en aras de "defender la Democracia" como lo hizo en su momento Bordabery.
El país aún sufre las consecuencias de esa nefasta etapa de la historia. Aún muchos familiares desconocen qué pasó con sus seres queridos, frente al silencio de quienes saben la verdad, pero la ocultan.
De ninguna manera podemos permitir que nuestro país vuelva a vivir esa época tan oscura. La democracia hay que cuidarla y defenderla día a día.