MEC entregó Medalla Delmira Agustini a Danilo Astori, Pepe Vázquez y Ricardo Jarne
El ministro de Economía reivindicó el “universalismo cultural, porque Uruguay tiene que mantener siempre vivo su objetivo fundamental de progresar en su nivel de desarrollo económico y social, así como ser un país de avanzada, y hasta de vanguardia, en aspectos sustantivos”.
El lunes 14 de octubre se hizo entrega de la Medalla Delmira Agustini al ministro de Economía y Finanzas, Danilo Astori, al actor Pepe Vázquez y al director del Centro Cultural de España, Ricardo Ramón Jarne. La distinción se confiere por parte del Ministerio de Eduación y Cultura, de acuerdo a la Ley Nº 19.050, a personalidades uruguayas o extranjeras que han contribuido de manera especial a la cultura y las artes. La ministra María Julia Muñoz hizo entrega de los premios. La actividad tuvo lugar en el Auditorio Nacional del Sodre Carlos Vaz Ferreira, en el edificio de la Biblioteca Nacional, ante una numerosa concurrencia. Muñoz y el director nacional de Cultura, Sergio Mautone, hicieron las presentaciones, tras las cuales hablaron los homenajeados. Entre los saludos mencionados estuvo el del ex canciller y ex presidente del Bid, presidente de la Fundación Astur, Enrique Iglesias.
En una cálida intervención, Pepe Vázquez evocó su larga y rica trayectoria como hombre de teatro, con reconocimientos a figuras con las que compartió su vida teatral. Destacó especialmente a Nelly Goitiño por la incidencia que tuvo en su formación, así como a numeros maestros de las tablas, directores y actores. Tuvo un recuerdo especial para su compañera, la actriz Emilce Viñas.
Jarne, por su parte, reafirmó su compromiso con la cultura, destacó los logros y las potencialidades de nuestro país en ese sentido, así como el aporte de tantos uruguayos que en diferentes disciplinas han contribuido a las artes y la cultura, su desarrollo e inserción en la sociedad. En tal sentido valoró el concepto de “transversalidad cultural” implícito en el mensaje de Astori.
El ministro Danilo Astori agradeció al MEC y a la ministra María Julia Muñoz por la distinción, que lleva el nombre de “Delmira Agustini, figura cumbre del modernismo latinoamericano. Me honra recibir un premio que la alude”, expresó.
Comenzó reivindicando al “universalismo cultural, porque Uruguay tiene que mantener siempre vivo su objetivo fundamental de progresar en su nivel de desarrollo económico y social, así como ser un país de avanzada, y hasta de vanguardia, en aspectos sustantivos. Ello pone en juego cantidades y especialmente calidades, porque se trata de dar un salto en ambos sentidos. Pone en juego el factor económico pero también los valores humanos, aspectos materiales y espirituales, los de nuestros fueros internos, riqueza y dignidad que enriquecen la vida de todos nuestros compatriotas.
“Un proceso hacia tal objetivo debe ser visto como un gran cambio cultural, y por eso apelo a esta perspectiva del universalismo cultural. Cambiar es un cambio cultural en primer lugar; como tal vamos aprendiendo a vivir la vida de otra manera. Se trata, en particular, de asumir la diversidad y construir cercanías, cohesión social”, de acuerdo a referido enfoque del universalismo cultural.
“Sería muy difícil avanzar sin un protagonismo social creciente. Esta es una parte importante de la tarea de un gobierno: crear condiciones para que ese protagonismo crezca a todo nivel, a la vez que apuntando a toda la sociedad. A los más humildes, sabiendo que son los más necesitados; los más necesitados de una agenda de derechos y de oportunidades. A los sectores medios, que más allá de sus niveles de ingresos han sentido la responsabilidad cultural de constituir factores de equilibrio y estabilidad en la sociedad. A los que invierten arriesgan, innovan y crean trabajo y oportunidades para sus compatriotas”.
Recordó un concepto de la UNESCO según el cual “el desarrollo humano se refiere al individuo, que es tanto el objetivo último como el agente o actor principal”.
“Sin embargo, las personas no son átomos independientes: trabajan juntas, compiten, cooperan, interactúan de múltiples maneras. Es la cultura la que vincula a una con la otra y hace posible el desarrollo de cada persona”.
Aludió a la declaración sobre derechos culturales de Friburgo, de 2007, según la cual la cultura “abarca los valores, las creencias, las convicciones, los idiomas, los saberes y las artes, las tradiciones, instituciones y modos de vida, por medio de los cuales una persona o un grupo expresa su humanidad y los significados que da a su existencia y a su desarrollo.
“Se trata en realidad de hacer política, en el sentido más elevado y profundo del concepto; se trata de asumir que somos sujetos de la historia y que la construimos actuando sobre la realidad con objetivos, estrategias y herramientas, para influir sobre las conductas de los ciudadanos. Esto es administrar el poder al servicio de esa construcción.
“Para convocar a dar este paso hay que tener muy clara la importancia de los valores superiores que la inspiran, en cuya definición la ética está llamada a cumplir un papel fundamental. Hablo de la ética en tanto disciplina relativa a los valores o costumbres que se consideran buenos según la concepción sobre el bien y el mal que existe en una comunidad a partir de sus principios filosóficos, religiosos, su visión del mundo, sus costumbres. Son las bases de un sistena de normas que determinan la rectitud de las conductas que atañen al espíritu de cada uno de nosotros, pero también al estado de ánimo, la confianza, la autoestima.
“Es por esta vía que una sociedad se compromete con valores como el respeto, la tolerancia, la solidaridad y el altruismo”.
Finalizó agradeciendo “una vez más por esta distinción que la llevaré siempre en los más profundo de mi corazón”.