fbpx
Miércoles, 07 03 2018
(Tiempo estimado: 4 - 7 minutos)

La movida Rural - Los empresarios nacionales y la otra parte del campo

En un ámbito de intereses rurales heterogéneos, el empresariado nacional es el que se expresa con mayor fuerza y capacidad para obtener apoyos; constituye el corazón mismo de los autoconvocados.[1]

Publicado en vadenuevo.com.uy

Por: Martín Buxedas

La movida Rural - Los empresarios nacionales y la otra parte ... Imagen 1
Quiénes trabajan en el campo.Elaborado sobre la base de datos de OPYPA/MGAP - Encuesta de Hogares del INE.

Los autoconvocados representan la parte de la burguesía nacional rural que resistió los efectos de la terrible crisis de 2002 y también el embate comprador de inversores extranjeros.[2]

Las decisiones de ese grupo social tienen importantes consecuencias en la producción agropecuaria y en el conjunto de la economía y el bienestar de los uruguayos. Se trata, en consecuencia, de un grupo social significativo.

Un grupo, por otra parte, que tiene todo el derecho a movilizarse por sus intereses y aún de presentarse como representantes de quienes no representan.

Las organizaciones rurales tradicionales, cuyos dirigentes son reconocidos como interlocutores por los diversos ámbitos del gobierno, también son representativas de diversos fragmentos de los empleadores.

En los Consejos de Salarios rurales, por ejemplo, todas ellas forman la delegación de los empleadores que se reúne con la de los asalariados rurales y el gobierno.[3]

Los autoconvocados representan a una burguesía nacional rural que resistió los efectos de la terrible crisis de 2002 y el embate comprador de tierras de inversores extranjeros.

El núcleo de empresarios rurales autoconvocados asume la representación del campo, al cual incluso trasciende utilizando símbolos y consignas que refieren al Uruguay, y diseña una atractiva plataforma: menos Estado y demandas sectoriales deliberadamente contenidas.

La plataforma y los símbolos de su campaña tienen capacidad convocante que excede al empresarial rural, aun cuando difícilmente representen cabalmente a los responsables de las 42.000 explotaciones registradas por el Censo Agropecuario de 2011, un universo altamente heterogéneo.

Quiénes trabajan en el campo

El 55% de los ocupados en actividades agropecuarias son asalariados en el sector privado, el 31% emprendedores por cuenta propia (sin asalariados permanentes) y el 13% restante, patrones.

La mayor parte de las explotaciones rurales son operadas por productores familiares, cuyo estrato inferior se caracteriza por disponer de bajos recursos, ingresos, nivel de vida y capacidad para enfrentar las circunstancias críticas que periódicamente afectan a las actividades agropecuarias.

No obstante ese hecho, la plataforma de los autoconvocados no considera la dotación de tierras ni comporta la adopción de políticas dirigidas a los productores familiares.

Las políticas dirigidas específicamente a los productores familiares han sido el reclamo tradicional de organizaciones como la Comisión Nacional de Fomento Rural, que reúne 84 organizaciones de base y, según sus documentos, irradian a 16.000 productores.

Tampoco hacen un llamado a dotar con más tierra para que los pequeños productores puedan alcanzar escalas que les permitan obtener un ingreso suficiente.

La plataforma de los autoconvocados no incluye la dotación de tierras ni la adopción de políticas dirigidas a los productores familiares

Diferencias en los recursos productivos. Los establecimientos ganaderos con más 2.000 hectáreas, 2,3% del total, tenían el 28,2% de los vacunos. Los cultivadores con más de 500 hectáreas de soja, aproximadamente 21% del total, disponían del 73% de la superficie sembrada (Censo Agropecuario de 2011).[4]

Superficie sembrada con soja según tamaño del establecimiento

Ramas de actividad con diferente dinámica. Otra fuente de diferenciación de las explotaciones rurales es la actividad a la que se dedican, pues cada una de ellas tiene características propias en cuanto al mercado que atienden y a otras modalidades que hacen al resultado económico.

En años recientes, por ejemplo, los productores de leche y de arroz han enfrentado los peores resultados. En este último verano la cosecha de algunas frutas fue severamente afectada por el clima adverso, lo que determinó que el gobierno compensara parcialmente la baja de ingresos mediante un subsidio directo.

En 2011, el 64% de las explotaciones obtenían su principal ingreso de la producción de vacunos de carne y de ovinos; el 11% de los productos hortícolas, frutícolas y vid; el 10% de la leche, el 7% de los cultivos de oleaginosos y cereales, y el resto de otras actividades.

Condición de propietario. Cuando se presentan condiciones adversas, los propietarios de su tierra, entre otras ventajas, tienen mejores condiciones para resistirlas respecto a los que deben pagar algún tipo de renta por el uso del recurso.

El 61% de las explotaciones, con el 46% de la tierra, eran operadas por propietarios de la tierra; el resto por arrendatarios sin propiedad (13%) y los demás por otros tipos de tenencia o mixtas. La proporción de arrendatarios es particularmente alta en las explotaciones lecheras y arroceras.

La mayoría silenciosa

Los asalariados rurales, el principal contingente de personas activas en la agricultura, no están representados por los autoconvocados.

Para considerar las demandas de ese grupo, los autoconvocados tendrían que referirse al aumento de los salarios, las condiciones de trabajo, la formalización del trabajo (un 25% de los asalariados rurales continúan siendo informales), el acceso a la educación de sus hijos.

En este sentido, la información disponible no deja dudas de que los trabajadores rurales se encuentran en peores condiciones que los de otros sectores de la economía y esa situación se extiende a sus hijos, la próxima generación de asalariados.

Los asalariados rurales, el principal contingente de personas activas en la agricultura, no están representados por los autoconvocados

En varios aspectos las condiciones de los asalariados rurales han mejorado en años recientes, particularmente el salario que reciben, la cotización a la seguridad social de los formales (y por tanto sus derechos como activos y pasivos), el acceso al seguro de paro y las posibilidades de ejercer su derecho a la representación, aunque el nivel de sindicalización es todavía muy bajo en comparación con los trabajadores urbanos.

El tío rico de la familia rural

Al margen de la presente movida rural se mantienen las familias, las empresas y los fondos de inversión externos. Los inversionistas extranjeros, que explotan unos 2 millones de hectáreas, no se han integrado al movimiento ni puede esperarse que lo hagan.

Aun si los gerentes locales compartieran las demandas presentadas, no se involucrarán con los autoconvocados rurales y, menos aun, integrarán su dirigencia.

El corazón de la movida de los autoconvocados está conformado por el empresariado rural nacional. No tiene nada de extraño, sino que es propio de una sociedad de clases en una democracia liberal como la uruguaya.

Sus aspiraciones de representar la totalidad o la gran mayoría de los intereses rurales y bastante más que a ellas, no se corresponde con la realidad: el sector es demasiado heterogéneo. La plataforma no incluye demandas tradicionales de los productores familiares ni de los asalariados.

Menos del 5,2% de los créditos agropecuarios estaban clasificados como morosos a fines de 2017. Al comienzo de la recuperación del sector y de planes de refinanciación, en 2005, la morosidad todavía era 15% y a comienzos de los años 2000 era superior al 35%.

Es importante tener presente que el escenario de los negocios rurales cambió. La era de oro (2005‑2014) se interrumpió con una coyuntura adversa, particularmente en algunas ramas y grupos de productores, la que se proyecta al conjunto de las cadenas productivas.

Situación muy lejana a los tristes años de comienzos del siglo, en que se acumularon deudas impagas y productores fundidos.

Crisis, crisis eran las de antes. La morosidad de la cartera de créditos agropecuarios era mayor al 35% al inicio del siglo, 15% en 2005, al comienzo de los gobiernos del frente amplio, y 5,2% a fines de 2017

El nuevo escenario le plantea serios desafíos a los más diversos actores públicos y privados. De todos ellos depende no sólo el futuro de los productores y de los sectores empresariales directamente involucrados, sino también de la contribución de la agricultura al conjunto del país, que no es poca.

Ahora, si de lo que se trata es de cuánto y cómo recauda y gasta el sector público, en Uruguay y en cualquier país democrático son las urnas las que deciden. Quienes piensen y actúen fuera de ese cauce estarían socavando la democracia.

Referencias

[1] El artículo reseña la base social de los autoconvocados y la de otros dos grupos presentes en la actividad agropecuaria: asalariados e inversores extranjeros. El número 113 de vadenuevo presenta dos artículos que tratan el tema desde una perspectiva más amplia: La movilización rural, por Martín Buxedas, y El “homo urbanus” ante la movilización rural, por Nicolás Grab.

[2] Estos inversores se dirigieron primero a los grandes establecimientos y encontraron allí suficientes vendedores que optaron por retirarse de la actividad, aprovechando los buenos precios que recibían por sus tierras. Es probable que los que se resistieron a vender a extranjeros en el presente siglo sean empresarios más dinámicos y comprometidos con la actividad agropecuaria que la mayor parte de los que vendieron.

[3] Los Consejos de Salarios, integrados por representantes de los empleadores, los asalariados y el gobierno, tratan temas salariales y otros. Los Consejos de Salarios Rurales fueron convocados, por primera vez en la historia del país, en mayo de 2005.

[4] La concentración por empresa es aún mayor, pero esta información no está disponible en los censos agropecuarios, que no reúnen el conjunto de establecimientos de un mismo propietario o grupo económico.