Una trilogía devastadora: hambre, guerra, migraciones
América Latina fue la primera región en alcanzar la meta de reducción de hambre a la mitad establecida por los Objetivos de Desarrollo del Milenio, lo que significa un pasaje de 68 millones de personas que sufrían hambre en 1990 a unos 34 millones hacia 2015.
A pesar de estos avances sigue habiendo un número muy importante de personas subalimentadas. Luego de registrar un descenso prolongado, las estimaciones más recientes indican que el número de personas subalimentadas en el mundo aumentó hasta los 815 millones en 2016, en comparación con los 777 millones de 2015.
Por: Bertha Sanseverino
Los conflictos y sus efectos sobre la inseguridad alimentaria
Durante el último decenio los conflictos han aumentado de forma alarmante y se han vuelto más complejos y difíciles de solucionar. Algunos de los porcentajes más elevados de niños que padecen inseguridad alimentaria y malnutrición están en países afectados por conflictos de sus instituciones.
En la actualidad hay grandes crisis alimentarias en Somalia, Sudán del Sur, Yemen y la región africana de Níger, Nigeria, Chad y Camerún.
La inmensa mayoría de las personas que padecen inseguridad alimentaria y malnutrición crónicas viven en países afectados por conflictos. Se estima que la cifra asciende a 489 millones de los 815 millones de personas subalimentadas y a 122 millones de los 155 millones de niños con retraso del crecimiento.
Los conflictos y la violencia han provocado el desplazamiento de millones de personas, lo que genera y prolonga la inseguridad alimentaria en dichas comunidades.
En la actualidad, las personas desplazadas transcurren en promedio más de 17 años en campos o comunidades de acogida con todas las terribles consecuencias de rupturas familiares, hacinamiento, violencia, explotación y trata.
El conflicto es, a menudo, la causa principal de la hambruna y las crisis alimentarias. Solo en 2016, los efectos de largo alcance de los conflictos violentos y la inseguridad civil dejaron a más de 63 millones de personas en 13 países con un elevado grado de inseguridad alimentaria grave y con necesidad de ayuda humanitaria urgente, según informe de la FAO "El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, 2017".
El hambre y la migración
Si bien la migración es un fenómeno con muchas dimensiones, podemos decir que la inseguridad alimentaria y la pobreza, junto con la violencia, son importantes factores.
Por ejemplo, el hambre es uno de los elementos que permite explicar la emigración de Centroamérica a América del Norte, agravada por fenómenos climáticos y desastres naturales de los últimos años.
Según un estudio reciente del Programa Mundial de Alimentación por cada aumento de un punto porcentual en la inseguridad alimentaria, sube 1,9% el número de personas que quieren emigrar.
A su vez, la inseguridad alimentaria contribuye con otro de los factores impulsores de la emigración: el conflicto armado.
Una agenda 2030 con objetivos transformadores
En el año 2015 la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el desarrollo sostenible en una Cumbre con la presencia de 193 líderes mundiales. Se trata de una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos "sin dejar a nadie atrás".
La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (los ODS), que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente y el diseño de ciudades y comunidades sostenibles.
Entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible se incorporó como objetivo 16 "paz, justicia e instituciones sólidas". Es la primera vez que una cumbre internacional reconoce la importancia crucial de contar con instituciones eficaces, responsables e inclusivas en el proceso de desarrollo.
En duros contextos donde los Estados son débiles, donde la población civil es víctima de grupos de intereses que controlan las producciones, los alimentos y el agua, el hambre se convierte en una desoladora realidad. Por ello construir sociedades más pacíficas, inclusivas sigue siendo la gran tarea.
Los desafíos de la agenda 2030 son grandes
En primer lugar, los ODS no pueden implementarse sin una fuerte voluntad política, para lo cual se necesita un ambiente político dispuesto a emprender importantes reformas e instaurar una mejor gobernanza democrática en todos los niveles.
Por su parte, los parlamentarios deberán desarrollar su capacidad política para hacer avanzar este programa de trabajo, involucrar a la sociedad en el mismo y ser vehículo de todas las voces que pueden colaborar e impulsar su implementación.
Bertha Sanseverino es diputada de Asamblea Uruguay/Frente Amplio