También votamos en defensa de la política
La política tiene este domingo una instancia decisiva para todos y todas quienes integramos la sociedad uruguaya. Del voto que emitamos dependerán demasiadas cosas.
Gracias a sus esfuerzos y sus capacidades, las personas progresan en la vida, logran objetivos, ven satisfechas sus aspiraciones.
Desde el aprendizaje y la formación, pasando por el trabajo y las condiciones en que se dé, hasta el amparo que permite la seguridad social a la hora del retiro, muchas cosas dependen del conjunto de disposiciones institucionales y legales garantizadas por el Estado y los derechos adquiridos por el ciudadano.
Ese marco puede ser bueno o malo, asegurar o no la superación de los individuos, tener fallas o facilitar las condiciones de vida en una sociedad.
Todo ello depende de una actividad que gesta las leyes, establece marcos institucionales para las garantías, las coberturas sociales, los derechos, las libertades y la convivencia en sociedad: la política.
En estos tiempos, esa actividad imprescindible para la vida de la gente, está desacreditada, subvaluada, debilitada. Pese a que Uruguay es uno de los países menos afectados al respecto, han aumentado los que piensan que las acciones de un gobierno tienen cada vez menos incidencia en sus vidas, incluso independientemente de la valoración favorable o desfavorable que hagan de su gestión.
Hay múltiples causas de esta situación, que se dan a nivel mundial. Pero es innegable que la política sufre y se debilita cuando es utilizada para satisfacer intereses personales en perjuicio de los de la colectividad; cuando la ética se deja de lado en favor de causas deleznables.
Corre peligro así el instrumento que tiene un pueblo para mejorar cada día su sociedad. Y para elegir su rumbo.
¿Da lo mismo que la mayoría de los jóvenes ingresen o no al sistema educativo; que exista o no el plan Ceibal; que los trabajadores y las empresas puedan o no negociar en los consejos de salarios; que se amplíen o no los derechos de los ciudadanos? ¿Da lo mismo que en una sociedad se combata o no a las discriminaciones y las injusticias? ¿Da lo mismo que aumente o disminuya la pobreza, que crezca o disminuya la inequidad, que mejoren o empeoren los ingresos reales de la población? ¿Da lo mismo que estén o no estén garantizados ciertos derechos básicos a la alimentación, la salud, la protección social? ¿Da lo mismo que haya o no justicia independiente? ¿Da lo mismo el grado de libertad que haya en un país?
Y también podría preguntarse: ¿da lo mismo que funcionen bien o mal las instituciones y los mecanismos que una sociedad se ha dado para que todas esas condiciones y derechos se cumplan?
Todo eso depende de la política, y lo que se realice desde ella es fundamental para hacer mejores a las sociedades.
El domingo no deberemos elegir, por suerte, entre la libertad y el despotismo, aunque haya sectores que en sus mensajes trasunten intenciones antidemocráticas. Pero sí optaremos entre orientaciones diferentes, que priorizan cosas distintas, que se ubican con concepciones contrarias con relación a ciertos temas esenciales para la vida de cada uruguayo. No da lo mismo cualquier propuesta, cualquier rumbo del país, cualquier lista.
Démosle a la política la importancia que tiene. La política tiene este domingo una instancia decisiva para todos y todas quienes integramos la sociedad uruguaya. Del voto que emitamos dependerán demasiadas cosas. Será muy bueno hablar con cuantos se pueda de aquí al domingo. Y argumentar a favor de la política en su mejor sentido, contra la indiferencia y el “da lo mismo”.
Aunque a muchos no les interese o no les guste la política, es importante recordarles que en ellos, sus familias y sus afectos también incidirán los resultados electorales.