A 46 años del golpe, recordemos también las responsabilidades de los partidos tradicionales
Los partidos tradicionales no han hecho autocrítica por las responsabilidades de dirigentes colorados y blancos que apoyaron y participaron en la dictadura. Como, en medio de la campaña electoral, algunos integrantes de esas colectividades han intentado salpicar al FA deformando la historia, es oportuno recordar ciertas cosas.

Se cumplen hoy 46 años del golpe de Estado que, en 1973, disolvió las cámaras e inició una feroz dictadura de más de una década, la que dejó heridas aún no cerradas y que supuso un retroceso en todos los órdenes de la vida social, política, económica, cultural del Uruguay.
Un comentario oportuno
“Otro 27 de junio que nos recuerda el comienzo de la larga noche de la Dictadura de civiles y militares que comenzó en 1973 pero que se venía preparando dentro y fuera del país desde mucho antes siguiendo la ola de Gobiernos de facto iniciada por el Golpe en Brasil en 1964.
Una dictadura que era necesaria para intentar quebrar la resistencia popular y sus deseos de libertad e igualdad y que fue promocionada, apoyada y participada por muchos dirigentes politicos de partidos tradicionales, directivos empresariales y fascistas de siempre”.
La cita es del diputado de Asamblea Uruguay Alfredo Asti, publicada hoy en su cuenta de facebook. Y es oportuno trasncribirla en estos momentos, porque hace referencia a cuestiones que en los últimos tiempos han dado lugar a interpretaciones erróneas, cuando no mal intencionadas, sobre las causas y las consecuencias aún presentes de aquel acontecimiento. Para peor, se ha intentado utilizarlas en el marco del actual proceso electoral.
Justamente, en el marco de hechos recientes relacionados con crímenes de lesa humanidad perpetrados en aquel preríodo, en algunos casos respondiendo a un electoralismo de la peor especie, se han deformado los hechos con el propósito de salpicar al Frente Amplio, que fue la organización política que más luchó contra la dictadura, la que tuvo más víctimas, la que pagó el más alto precio para enfrentarla. Es difícil negar que, como lo señalara Liber Seregni, la prioridad del golpe fue liquidar al Frente Amplio. Respondiendo a los intereses antinacionales y antidemocráticos aludidos por Asti, tal propósito fue de la mano del arrasamiento de la democracia y la represión de todos los sectores que en diferentes ámbitos la defendieron.
Hechos
Decir que el golpe se dio por la guerrilla es una gran mentira. El 27 de junio de 1973 no quedaba un solo agrupamiento guerrillero que no hubiese sido desarticulado por lo menos un año antes.
Lamentablemente esos intentos de distorsionar los hechos llegan con frecuencia de dirigentes de los partidos tradicionales. Por eso es necesario recordar algunas cosas, abundando en lo señalado por Asti.
Ambas colectividades también fueron proscritas y muchos de sus dirigentes perseguidos. Pero también contaron en sus filas con quienes no solo respaldaron el golpe sino que ocuparon en el gobierno dictatorial altos cargos.
Hagamos un poco de historia
Dentro de la democracia, pero desconociendo decisiones del parlamento, el gobierno colorado de Jorge Pacheco Areco (1967-1972) gobernó innecesariamente con medidas prontas de seguridad casi permanentes y practicó actos de violencia represiva contra trabajadores y estudiantes, lo que costó la vida de varias personas y coadyuvó a un clima que facilitó el camino a los golpistas.
En ese período hubo iniciativas legislativas, votadas por ambos partidos tradicionales, que en nada contribuyeron a la defensa de las libertades.
A diferencia del FA, no hubo en los partidos tradicionales unanimidad en el rechazo al golpe de Estado del 27 de junio de 1973. El sector mayoritario del Partido Colorado, el pachequismo, lo apoyó con pocas excepciones.
Dos importantes sectores del Partido Nacional, los que encabezaron Martín Echegoyen y Oscar Mario Aguerrondo, también lo hicieron.
El presidente golpista Juan María Bordaberry (mandatario constitucional entre 1972 y 1973 y dictador desde 1973 a 1976) había sido electo como candidato del Partido Colorado. Uno de los presidentes de facto, Aparicio Méndez (dictador entre 1976 y 1981), fue dirigente del Partido Nacional y ministro en el segundo gobierno blanco.
El Consejo de Estado -organismo que sustituyó al disuelto parlamento- estuvo integrado por numerosas figuras con trayectoria en ambas colectividades. A título de ejemplo, pero hay muchos otros, un exministro colorado, Juan Carlos Blanco, permanece en prisión por delitos de lesa humanidad.
Honor a todos los que lucharon
Nada de lo señalado supone desconocer que la mayoría de los dirigentes colorados y blancos rechazaron el golpe y fueron proscritos, al igual que todos los del FA; varios de ellos fueron víctimas de persecución y ataques; en sus filas hubo personas que pasaron a integrar la extensa nómina de uruguayos asesinados por la dictadura.
Valoramos la conducta de Wilson Ferreira Aldunate y otros blancos que le acompañaron en el exilio o que sufrieron persecución en el país por oponerse a la dictadura. Asimismo también experimentaron hostigamiento del régimen y se opusieron a él muchos dirigentes colorados.
Sin embargo, a 46 años del golpe, cabe la pregunta: los que con frecuencia acusan al FA de carecer de convicciones democráticas, ¿cuándo convocarán al Honorable Directorio del Partido Nacional y al Comité Ejecutivo Nacional del Partido Colorado para rendirle cuentas a la ciudadanía y a la historia de esta República por las responsabilidades que varios de sus dirigentes y sectores han tenido en la entronización de la dictadura y en la participación como promotores, ejecutantes o cómplices en la violación de los derechos humanos?
A separar los tantos, entonces
Por eso indigna cuando algunas figuras blancas y coloradas intentan corresponsabilizar al FA, que nunca dio ni apoyó un golpe de Estado, que siempre estuvo unánimemente contra las acciones represivas y el terrorismo de Estado, y que ha sido, antes y después de estar en el gobierno, garantía de la defensa de las libertades y los derechos, de la democracia y la República.
Y cuyo líder histórico, una figura de la Patria, un militar que hizo honor al Ejército de Artigas, permaneció una década en prisión.
Nada de lo expresado significa que en la lucha por impedir el golpe o luchar contra la dictadura no se hayan cometido errores por parte de frenteamplistas. Pero si no se separan los tantos se trasmite una visión del pasado que nada tiene que ver con lo sucedido.
Y que, introducida en la campaña electoral, configura una conducta política reñida con la verdad, un valor con el que todos los partidos se han comprometido.
Vale tenerlo en cuenta y subrayarlo en un 27 de junio como el de hoy.